La nostalgia

En los corazones de los seres humanos parece existir una nostalgia, un vacío, un deseo insatisfecho, una sensación de que “debería haber más que esto en la vida”. ¿Qué es esta nostalgia y por qué la tenemos? 

C. S. Lewis, el autor de El león, la bruja y el armario y las otras aventuras de Narnia, pensó que esta pregunta era terriblemente importante. Escribió acerca de “un hoyo con la forma de Dios” en los corazones de hombres y mujeres. La razón por la cuál sentimos el vacío, argumentaba, es porque está destinado a haber un espacio en nuestros corazones para Dios, y si intentamos reemplazar el espacio o llenarlo con algo distinto, el vacío siempre perdurará. Así que si, las relaciones son crucialmente importantes, pero no solo las relaciones con otros seres humanos; también fuimos hechos para una relación con Dios y no puramente para nosotros. Simplemente fuimos construidos así, diseñados por El. Cuando lo ignoramos a El, siempre estará ese sentimiento de que algo falta. Como seres humanos tenemos una capacidad espiritual – la necesidad de relaciones espirituales con Dios – tal y como tenemos necesidad de relaciones emocionales con otros seres humanos. Si no nos dirigimos a ese potencial espiritual, si no encontramos la manera de satisfacer esa necesidad innata, entonces nuestras vidas siempre serán algo menor a lo que tienen el potencial de ser. 

Vivir de cara a Dios

Parece haber un propósito mayor entonces, en la vida humana. Estamos destinados a vivir de cara a Dios, y cuando en vez de eso, vivimos solo de cara a o por nosotros mismos, no es de extrañarse que estemos frustrados o nos quedemos sintiéndonos un poco vacíos. La Biblia dice que estamos hechos a “imagen de Dios”. Esto significa que estamos destinados a reflejarlo y destinados a comprometernos con El.  Es nuestro destino y si no lo tomamos, nos quedamos cortos con el potencial que tenemos de ser – humanos completamente actualizados a Su imagen.   

Imagina que tienes una herramienta diseñada para cierta cosa, quizás una pala destinada a cavar – pero en vez de usarla para el propósito para el cual fue diseñada insistes en usarla para algo más, quizás como un bat de cricket o una escoba para barrer el patio. No es de extrañar que terminarías frustrado y quizás desilusionado si intentaras usar una pala para esos propósitos, preguntándote por qué no funciona bien. En cierto modo funciona (uno solo puede imaginar pegarle a una pelota con una pala o usarla para reunir una pila de hojas) pero claramente no es para lo que la pala fue diseñada. Ahora, si mas bien la pones a trabajar cavando el jardín de repente la encontrarás como una pieza de herramienta mucho más aceptable – habrás encontrado su propósito. Así como la pala está diseñada para su propósito también nosotros fuimos diseñados para el nuestro: vivir en relación con Dios al igual que en relación con otros seres humanos. Cuando insistimos en aplicarnos solamente para nuestros propios fines o por el contrario, intentar remover a Dios del cuadro, simplemente no funcionara bien a la larga.

Por lo tanto, hay un “por qué” y un “para quién” en nuestra existencia, un punto y un propósito detrás de todo. Cuando no vivimos en sintonía con este propósito es cuando los problemas comienzan. El vacío se siente porque fuimos diseñados para mayo que el aquí y el ahora; cuando ignoramos ese destino no es de sorprenderse que haya un sentimiento de que algo falta, algo allá afuera que parecemos nunca alcanzar.

El salto de Fe

Puedes estar pensando que todo esto suena bien, pero acabamos de hacer una suposición terriblemente grande aquí – en primer lugar, que hasta haya un Dios. Podemos ser capaces de ver que algo hace falta – este vacío y esta búsqueda interminable por algo más o algo distinto – y puede ser una noción maravillosa o reconfortante que podamos tener un propósito mayor, un Dios al que le pertenecemos. Pero ¿es verdad? 

¿Y como podemos saberlo? ¿Es la noción de la existencia y presencia de Dios solo un sentimiento que algunas personas tienen, mientras que otros no? ¿Hay alguna base racional para creer en Dios, o es el caso de que la ciencia lo ha hecho redundante hace mucho tiempo? El anhelo de Dios y la búsqueda de un propósito mayor parece encajar bien con lo que sabemos del anhelo humano y experiencias y responde a la gran necesidad que los humanos parecen haber sentido a lo largo de sus diversas civilizaciones durante milenios, ¿pero es más solo una proyección de nuestros deseos, de lo que en realidad es? ¿Creer en Dios, aún es creíble?

Esto nos lleva a una pregunta que es absolutamente fundamental y en que debemos pausar a considerar en los próximos capítulos. Si logramos contestarla exitosamente – eso es, si hay un Dios – entonces eso lógica y naturalmente nos guiará a algunas respuestas muy poderosas para esas grandes preguntas de la vida con las que iniciamos. 

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